Por qué la psicoterapia no es "sólo para los locos"
- Juan Pablo Kovacevich
- 23 sept 2023
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 28 sept 2023

Los seres humanos como tales hemos estado habitando este planeta durante varios cientos de miles de años (incluso quizás millones según algunas investigaciones más recientes).
Como especie, no llegamos al reino natural "bien equipados" para la supervivencia. No somos particularmente veloces; no nos destacamos por nuestra habilidad para trepar ni para hacer pozos con nuestras manos. A nivel fortaleza, nada tenemos que hacer contra animales de mayor tamaño. Si observamos nuestros dientes y "garras"....dan lástima comparados con otros animales.
En resumen: el progresivo desarrollo de nuestra mente fue el salto cuántico que nos ayudó a pasar de ser una especie vulnerable y no muy bien dotada, a estar en la cima del reino natural y, de alguna forma y en algunas cuestiones, dominar gran parte de la naturaleza.
Cual es entonces el problema, y qué relación tiene esto con el título de esta entrada?
Para ayudarnos en tan complejos tiempos, nuestra mente debió volverse experta en aprender sobre peligros, cómo anticiparlos con mayor prontitud; cómo neutralizarlos o evitarlos si era posible.
Aprendió a realizar predicciones, hacer comparaciones, incorporar no sólo eventos o elementos peligrosos, sino aquellos relacionados de alguna forma con éstos, con el fin de mejorar la gestión del riesgo y optimizar las posibilidades de supervivencia.
También aprendió sobre la importancia de la cooperación y el trabajo en equipo para optimizar las chances de supervivencia...y es que....al menos al nivel de las especies, rige una GRAN MAXIMA que dice: El éxito de una especie se mide por su capacidad de supervivencia; y esto se divide en:
No te mueras
Dejá descendencia
Culturalmente podemos estar en desacuerdo con estas máximas, incluso ir en contra de ellas, pero nuestra "configuración biológica" va en esa dirección.
Ok, entonces...una vez más...cuál es el problema? qué tiene esto que ver?
En los últimos 10.000 años, potenciado por el desarrollo de la agricultura, hemos modificado completamente el estilo de vida que habíamos estado llevando a lo largo de prácticamente toda nuestra historia evolutiva.
Los cambios tecnológicos, sociales y culturales han sido mucho más veloces que la capacidad de nuestro cerebro de reconfigurarse y adecuarse totalmente al "nuevo entorno".
Esto lleva a que en el presente nuestra mente suela activar el modo "supervivencia" en situaciones donde ésta no está realmente en juego. Puede interpretar peligros donde no los hay, o darles mayor relevancia de la que tienen, llevándonos a estados de ansiedad, temor, activación corporal, molestias somáticas, insomnio, etc.
En definitiva, esta discrepancia en la forma en la que nuestra mente aprendió a cuidarnos en un contexto hostil y complejo vs el contexto actual, conduce a que una parte de nuestro cerebro entienda que no hay peligros, pero otra parte haga sonar la alarma con cierta frecuencia.
Sesgos cognitivos
Con la función de incrementar nuestras posibilidades de sobrevivir, nuestra mente creó una serie de "atajos", de algoritmos rápidos para discriminar cuál era la acción más conveniente, pero siempre bajo la regla de mejor un falso positivo a un falso negativo; es decir, mejor creer que algo es peligroso, actuar en consecuencia y equivocarse, que creer que no lo es y que resulte que sí lo era, ya que en esto se nos iba la vida, y - nuestro éxito como especie-.
Algunos de ellos son:
Pensamiento todo o nada: No había demasiado tiempo para evaluar situaciones con potencial amenazante. Era necesario tomar decisiones en forma inmediata, con lo cual era buena idea saber si algo era bueno o malo, amigo o enemigo, seguro o peligroso. Esto tenía todo el sentido del mundo en un contexto peligroso, pero nos lleva a varios problemas en nuestro entorno presente. Por ejemplo, separar todo en dos categorías opuestas y olvidarnos que, por lo general, no suelen darse las opciones ubicadas en los extremos.
Adivinación del futuro: La capacidad de hacer predicciones en base a eventos pasados nos ayudaba a tomar decisiones basadas en conocimientos previos sin correr tantos riesgos.
Predecir que si se veían nubes en el cielo y se sentían oscilaciones de la temperatura, seguramente iba a llover, nos permitía buscar refugio antes del aguacero. Pero en la actualidad nos lleva a preocuparnos por eventos que no sabemos si ocurrirán o no, pero que damos por cierto que serán así sólo porque lo pensamos de ese modo.
Generalización: Pocas cosas eran más útiles que aprender de un evento y no necesitar pasar por la misma situación otra vez. Si un animal peludo, grandote, con garras nos atacaban, era más seguro pensar que todos los animales con características similares actuarían de la misma manera, por lo tanto debíamos reaccionar siempre igual...huyendo o luchando.
En el presente nos lleva a caer en el equívoco de que un evento o situación particular siempre serán del mismo modo, por ende siempre debemos reaccionar igual.
Catastrofización: Para reaccionar en forma adecuada ante las amenazas a nuestra supervivencia, era útil imaginarnos los peores escenarios, de esa forma la reacción sería certera. Si veo un puma, mejor imaginarme que me va a devorar. Si caen algunas gotas, mejor pensar que se vendrá una terrible tormenta...Así podremos estar listos y preparados para el peor de los escenarios. Pero en el presente nos lleva a saltar directamente a la idea de que lo más probable es que ocurra la peor de todas las opciones; cosa que muy rara vez ocurre, y que nos lleva a estae crónicamente preocupados esperando lo peor.
Como estos atajos que menciono, hay muchos más. Lo importante es comprender que cumplían una buena función en entornos de alta peligrosidad, pero que son motivos de malestar, preocupación, sufrimiento y desdicha en nuestro entorno actual.
Rol de la psicoterapia: Estos "atajos", también llamados "sesgos" forman parte de nuestro legado evolutivo. Todas las personas los tenemos, en mayor o menor medida. En ocasiones no nos generan grandes complicaciones, incluso pueden ser útiles. Pero también pueden ser la causa de muchos de nuestros problemas.
Esta discrepancia entre la función para la cual nuestra mente evolucionó, y nuestro deseo de vivir más tranquilos y con mayor calidad de vida, es la que genera diversos tipos de malestar que son objeto de estudio y de tratamiento por parte de la ciencia psicológica; más especialmente de la psicoterapia.
La idea de este post no es extenderme mucho sobre el tema, sino tratar de transmitir el mensaje de que no es que precisemos terapia cuando "enloquecemos"; sino que nuestra configuración mental puede ser causa y origen de muchos de nuestros problemas, y que la psicoterapia puede ser de gran ayuda también en estas situaciones.
Me gustaría aportar mi granito de arena a la concientización de que la psicoterapia es una herramienta que puede beneficiar a muchísimas personas; que no hay razón para sentir miedo ni vergüenza cuando se precisa recurrir a ella; que el estigma que pesa sobre el malestar emocional/mental es antiguo, obsoleto y totalmente contrario al deseo de vivir con mejor calidad de vida.
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