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Qué hay detrás del temor a la muerte en ciertos pacientes, y cómo usarlo a favor

Desde el nivel biológico, compartimos con las demás especies el impulso a tratar de sobrevivir y a reproducirnos. Esta es la forma en la que las especies logran su éxito evolutivo, pudiendo perdurar en este planeta.


Los humanos vamos mucho más lejos: no sólo tratamos de sobrevivir, sino que, realmente, podemos tener muchísimo miedo al hecho de morir.

Un gran problema es que somos conscientes de nuestra finitud y éste es un hecho bastante difícil de digerir para nuestra mente.


El miedo a la muerte es uno de los más destacados miedos y problemas existenciales que han dado lugar a toda clase de creaciones, especialmente artísticas; desde la poesía hasta el teatro; desde la música hasta la psicología. Prácticamente no hay disciplina que se relacione con el fenómeno humano y no aborde el tema de la muerte.


Este tema es de tan insondable extensión que excede por mucho la finalidad de la reflexión que tengo ganas de compartir en este post.


La esencia de mi reflexión se basa en una experiencia que se me ha vuelto muy habitual en mis sesiones de psicoterapia: los pacientes cuyo miedo a la muerte limita sus posibilidades de vivir.

Es bastante habitual escuchar estos temores luego de que, previamente, hayan experimentado pocos deseos de vivir - sino, directamente, deseos de morir -. Parece paradójico que quien veía a la vida como algo oscuro, pesado, difícil de soportar, ahora tema profundamente perderla, o batalle con el conocimiento de su propia finitud.


Esta "aparente contradicción", me llevó a reflexionar sobre este tema. Lo simpático es que terminé topándome con un elemento que no encaja bien en el relato: este supuesto miedo a morir es relatado como el temor por todo lo que quedaría inconcluso, por las cosas no hechas, por el tiempo perdido... Parece como si la materialidad de la vida los llevase a sufrir por todo lo que no han podido hacer. Pero, lo más llamativo, es que este temor no los lleva a, justamente, vivir una vida con más plenitud; una vida en la que el foco está puesto en materializar aquellas cosas que desean mientras pueden, sino al simple hecho de temer por lo no hecho y por la perdida de posibilidades a futuro.


Convengamos que el miedo a la muerte no es en sí mismo patológico; de hecho muchas personas emplean este temor justamente como un motor para aprovechar su tiempo de vida. Es porque valoramos la vida y sabemos que la vamos a perder, que tiene sentido no desperdiciar el tiempo que tenemos, mientras lo tenemos.

Es a todas luces evidente que si tenemos dificultad para lidiar con ciertos escenarios inciertos, qué decir del Gran Maestro de lo incierto: "que hay después de la muerte"? "hay algo"? "qué será de mí; de mis seres queridos..."?


Pero en los casos que menciono no sucede esto; no hay ninguna clase de capitalización de este temor; es simplemente un miedo que no induce cambios en el estilo de vida. Es el miedo a no haber aprovechado la vida mientras se la tenía, pero sin hacer modificaciones congruentes con esa expectativa.


En estos casos - que no son pocos -, me parece interesante plantear primero esta discrepancia entre el temor a perder oportunidades versus no estar actuando de un modo que implique un mayor aprovechamiento de las mismas.

La idea de crear esta disonancia es llevar luz al hecho de que no se necesita la garantía de no morir - imposible por otro lado - para comenzar a construir una vida coherente con aquello que desean hacer y ser.


También considero válida la pregunta de: "cuál es realmente la/s razón/es por la/s que no quiero morir?" "cuáles son esas cosas que siento que me dolería ya no poder hacer, o no haber podido lograr"? "existe alguna forma de que comience a acercarme a ellas independientemente de no poder manipular la naturaleza finita de la vida"¿


Agregaría también: "estoy cuidando mi vida de un modo coherente con mi deseo de, al menos, alejar la muerte todo lo que esté dentro de mis posibilidades"¿ A menudo estas personas temen a la muerte pero eso no implica que cultiven buenos hábitos propios de quien quiere incrementar sus posibilidades de vivir más y mejor.


La tolerancia a la incertidumbre - no saber qué nos sucederá ni cuándo llegará nuestro momento - y la capacidad de llevar nuestro foco atencional al momento presente son estrategias de suma importancia para reemplazar el miedo por acciones concretas que nos saquen del "tengo miedo pero no hago nada al respecto".


En fin, esta reflexión nació de la observación de un número nada despreciable de personas que temen tanto a la muerte como al paso del tiempo pero por la idea de todo lo que ya no podrán hacer. El dato curioso es que tampoco lo están haciendo actualmente...eso genera una cierta contradicción. Es esta contradicción la que permite un cuestionamiento y una búsqueda de alternativas más interesantes.





 
 
 

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Lic. Juan Pablo Kovacevich

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